Sospecho que no quedará nada que decir
cuando el dragón sobrevuele la vitrina ,
y el pez
se refugie en el árbol de la pared.
Sospecho que el tesoro escondido en el cofre
aparecerá en el cartel que desprende el olvido.
No veo dónde descansa el halcón de la inconsciencia
ni la esencia perdida del limón de aquel día.
El ruido se me esconde
dónde solo llega una brizna de aire,
y sospecho
que no estarás aquí cuando despierte
y baje hasta el final de los versos.
Estoy triste y confieso
que te echo de menos
cuando recuerdo tus ojos dormidos
en mis dedos.
Se echan de menos tus ojos y mis dedos.
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