lunes, 25 de abril de 2011

Danzan tus labios sobre mi piel volcánica
entarimada la gruta desprendida.
Danzan tus labios derramando alas oceánicas
azúcar, aguardiente, café, tequila….
vértigo en la sima de los encuentros.

Deseo, deseo, deseo….
mi piel, tus besos….
el abrazo mortal de los giros perfectos.

No encuentro tu sudor,
ni mis dedos...
pero el piano descansa.

Silencio de corcheas.
El violín levanta de la siesta.

Tu cuello, mi paladar, las sábanas, el tiempo
alrededor de los brazos
y el miedo subiendo a mi costado
como el deshielo al valle.

Me sigues desarmando con la copa en el talle
y el humo de la boca humedeciendo el aire…
giro contigo en el compás contiguo
donde nace la fuente
la frente sacudida, el rápido,
el latido que escapa de la muerte…,
se me rompen las cuerdas,
el tambor que se expande
tras el telón
el cómplice,
los huesos,
el silencio,
la duda
y esa tenue
lámpara que esconde nuestros pies
atravesando el aire.

1 comentario:

Unknown dijo...

Ese final, los últimos versos, es de lo más hermosos que he leido.